Nora, una mujer como tantas otras, casada y aparentemente feliz, lo abandona todo, casa, estatus, familia, dinero y prestigio, para encontrarse a sí misma, sin mentiras ni engaños, pagando por ello el precio de una libertad insegura y en soledad.

Desde su estreno el 21 de diciembre de 1879 en el Teatro Real de Copenhague y el 20 de enero de 1880 en el Teatro Real de Cristianía, Nora y su portazo final se convirtieron en bandera del feminismo y su autor su abanderado. Ibsen plantea en esta obra, con el matrimonio Helmer, la relación entre sexos, según sus propias palabras.

“Existen dos códigos de moral, dos conciencias diferentes, una del hombre y una de la mujer. Y a la mujer se la juzga según el código de los hombres. (…) una mujer no puede ser ella misma en la sociedad actual, una sociedad exclusivamente masculina, con leyes exclusivamente masculinas, con jueces y fiscales que la juzgan desde el punto de vista masculino”.

Así era la mujer europea del siglo XIX. Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero… ¿tantas?